Curiosidades de la Ruta PRS-34
Como ejemplo del éxodo rural, Moroso lleva 4 décadas de abandono y solo quedan en pie algunas cruces en el cementerio. Candenosa, por su parte, contaba en 2008 con 6 habitantes, dato inexacto porque se trata de personas que no se habían dado de baja.
Este recorrido empieza y termina en Valdeprado del Río, que da su nombre al municipio. Extrañamente, su ayuntamiento está situado en un barrio llamado Los Carabeos, 4 kilómetros al norte. De manera que una cosa es Valdeprado Ayuntamiento y otra el pueblo.
Pueblos fantasmas de la ruta PRS-34
Esta ruta forma parte de los senderos balizados que pertenecen al Pequeño Recorrido. La dificultad es media y puede completarse en 5 horas a pie. Estos son los pueblos fantasmas que encontraremos allí.
Valdeprado del Río
Tiene una altitud de 910 metros y el paseo se inicia en el Barrio de Corral, para subir por la pista y continuar a través de un robledal. Más adelante encontraremos un abrevadero y se cruza una portilla para entrar al pueblo.
Moroso
Se encuentra a 1065 metros y está en el kilómetro 5 de la ruta, tras un recorrido que se completa en 1 hora y media. Hay un camino que pasa junto a varias tapias de fincas y deberemos cruzar un arroyo a 1045 metros. Por el desvío de la izquierda llegaremos a un corral y a una calle abandonada que entra en Moroso.
Candenosa
En el kilómetro 6,5 está Candenosa, a 1150 metros, después de un recorrido que se completa en poco más de 2 horas. Es el pueblo de mayor altitud en Cantabria y, para llegar, cruzaremos en ascenso una repoblación de pinos.
Hormiguera
Continuando hacia la derecha pasaremos por una iglesia abandonada y bajaremos por una carretera para llegar al siguiente pueblo, sobre una loma. Este tramo se completa en 4 horas, tiene una altitud de 995 metros y el pueblo está en el kilómetro 12.
Sotillo
Ascendemos de nuevo hasta 1035 metros al caminar por esta parte de la ruta y llegar a Sotillo, en el kilómetro 13,5. En el pueblo destacan el caserío de san Vitores y la iglesia; por una carretera se desciende hasta Valdeprado del Río.
Los pueblos abandonados son lugares sombríos y solitarios, llenos de ecos del pasado. Al visitarlos, sin embargo, no resulta difícil imaginar las risas y conversaciones de quienes ya han desaparecido.