Lo mejor para salir de una ciudad, haciendo el Camino, es que te coincida en domingo. Tanto en Burgos como aquí, en León, me ha pasado esto. Hay muy poca gente por la calle y no hay coches.
Ayer cené solo. Después de llegar al albergue municipal de Mansilla, recomendable por sí mismo y por sus hospitaleros, me fui a dar una vuelta a este pueblo leonés que me pareció muy atractivo.
La cena acabó tarde. Teníamos que acabar con el vino y el orujo que compramos, para no añadir peso a la mochila, claro.
El cielo está despejado, pero aún no ha salido el sol cuando arranco de Terradillos de los Templarios. Después de tantos días de lluvia, el sólo hecho de que te acompañe el sol en tu caminar ya te alegra el día.
En el albergue del Espíritu Santo no hay literas. Duermes en camas. Muchas en una habitación grande, pero camas.
Llueve ligeramente en la oscuridad. No sé porqué hoy me preocupa especialmente el tiempo. No es que tenga resaca y me pudiera desagradar especialmente la lluvia, pero podía ser.
El cielo está despejado. La salida de Hontanas es de lo más agradable del camino. Voy por una senda alejada de la pequeña carretera, a media ladera del monte.
No hay nadie por la calle. Es un verdadero placer salir de Burgos en estas condiciones. Volver a pasar por delante de la catedral aún iluminada. Pasar por sus calles vacías.
Todavía es de noche y llueve intensamente. Salgo a la puerta del albergue para ver como se alejan los peregrinos bajo la lluvia en la oscuridad. Me atrae esta imagen.
Ya son muchos días coincidiendo los mismos peregrinos en los mismos albergues y ya notamos una gran complicidad entre nosotros. Hasta ahora no hemos planeado nada.